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MI QUERIDO AÑO VIEJO


Mi querido año viejo ya te vas, tus horas están contadas. Gracias por todo lo que me diste, gracias por las oportunidades que me brindaste, gracias por la gente nueva que conocí y por las viejas amistades que conservé. Gracias también por los éxitos que obtuve, pero gracias también por los fracasos, errores y decepciones que pusiste en mi camino, porque me dieron la oportunidad de seguir madurando y a no ser demasiado confiada, a entender que todas las personas tenemos intereses y que actuamos en base a ellos. Y es precisamente eso, que cuando nuestros intereses cambian, las personas también cambiamos y nos unimos y nos separamos de los demás, en función de esos intereses.


Mi querido año viejo, todos te quieren dejar, sacudirse rápidamente de ti, para dar paso a un nuevo año, un año joven que encierra muchas esperanzas e ilusiones, sin percibir que gracias a ti mi querido año viejo, sembramos los futuros logros que cosecharemos en el siguiente año nuevo.

Y es que un año nuevo trae consigo la ilusión guardada, nuestro deseo que todo va ser mejor el otro año nuevo. Siempre estamos pidiendo, siempre estamos queriendo más, siempre tan descontentos e inconformes, siempre creyendo que nuestra felicidad está en el futuro. Siempre los mismos pretextos: Seré feliz el día que me case, cuando termine la carrera, cuando me compre mi casa, cuando me compre el auto último modelo y otras cosas más, siempre dependiendo de las cosas materiales para ser felices y siempre comparando lo que tenemos con lo que tienen otros. Los regalos lo medimos en función de su valor económico, mientras más me quieras, más costoso debe ser el regalo y así entenderé lo importante que soy para ti.

Siempre dejando nuestra felicidad para mañana, hoy no puedo ser feliz, pero mañana sí, siempre dependiendo de otras personas: Cuando él o ella me ame, cuando me diga cosas bonitas, cuando me traiga flores, cuando me invite a esa cena romántica. Siempre condicionando nuestra felicidad y no nos damos cuenta que la felicidad depende sólo de nosotros mismos.

Debemos decirnos, hoy soy feliz porque quiero ser feliz y no necesito de cosas materiales ni de otras personas. Las personas son importantes en nuestra vida, nos ayudan a compartir, a sentir que estamos vivos, pero la felicidad no nos la dan ellos, la verdadera felicidad depende de nosotros mismos porque la llevamos en el corazón y en el cerebro.

Pertenecemos a una sociedad de consumo y a una cultura del mañana, estamos postergando y condicionando permanentemente nuestra felicidad y es por eso que damos pase a otros sentimientos negativos que nos hieren profundamente: La envidia, el odio, la ambición.

Hacemos de todo para recibir al año nuevo, cábalas, salimos con la maleta por la cuadra del barrio donde vivimos, nos bañamos con flores y ruda, prendemos velas e inciensos, comemos uvas o brindamos con una moneda dentro de la copa y cuanta receta más se nos ocurra hacer.

Ya queremos que te vayas mi querido año viejo, ya estamos contando las horas, los minutos, sin darnos cuenta que contigo también se va parte de nuestra vida, de nuestro diario vivir, de tristezas y desconsuelos, de seres queridos que se fueron definitivamente y que ya nunca más volveremos a ver; también de éxitos y momentos de felicidad que nunca más se repetirán pero que dejaron huellas tal campanas en el alma y en nuestro corazón. Gracias por todo. ¡Feliz Año Viejo!

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