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QUÉ HAY DETRÁS DE LA MINISTRA?

El PRONAA es un programa social y como todos ellos, son sumamente sensibles. Este Programa provee de alimentos a los niños en edad escolar. Lo acontecido en Cajamarca, con la intoxicación de varios niños y la muerte de tres de ellos, es un hecho lamentable que nunca más debe repetirse; sin embargo, las últimas noticias dan a conocer de otros alumnos en Loreto también han sufrido de malestares por haber consumido alimentos de este programa social.

Creo que una medida saludable sería suspender temporalmente la distribución de estos productos, por precaución, aun cuando haya miles de niños que se queden sin estos alimentos. Prevenir antes que lamentar. El PRONAA entra a un proceso de reorganización, medida desde todo punto de vista saludable.

Pero, ¿Qué hay detrás de la Ministra de la Mujer? Tengo mis conjeturas más no certezas ni pruebas. Voy a dar mi opinión como ciudadana de a pie, sin ningún apasionamiento, procurando que mi lado feminista no desborde.

Hasta hace unos días pensaba que este lamentable hecho de Cajamarca era un hecho fortuito por una mala manipulación de los alimentos, contaminados por la fumigación de insecticidas en los almacenes. De pronto escuché a un médico comentar que la dosis de veneno (no sé el nombre de la sustancia) debió haber sido tan fuerte para que matara a tres niños y los que se salvaron convulsionaran fuertemente. Eso hizo despertar en mí ciertas sospechas. Luego escuché por la radio al famoso educador León Trahtemberg quien opinaba que el ala dura de la izquierda lo representaban el Congresista Diez Canseco y Aída García. Esto significa que debilitando a los dos, la derecha, entre otros, estaría asegurándose que el gobierno del Presidente Ollanta gire a la derecha.

Puede o no ser cierto esto, pero al escuchar estos comentarios mi imaginación voló hasta recordar aquellos hechos lamentables como fue el incendio provocado en el Banco de la Nación donde intencionalmente cerraron las puertas con llave, y dentro del local había cinco policías quienes murieron carbonizados. Inocentes efectivos policiales que pagaron con su vida por la coyuntura política que se vivía en esos momentos en nuestro país.

Entonces me pregunto ¿Por qué no puede ser que manos macabras hayan intencionalmente echado sustancias a los alimentos de los niños con el objetivo de desprestigiar la gestión de la Ministra? Suena maquiavélico, pero en política nada es casualidad, todo es creado para lograr oscuros objetivos. Alguien me dijo alguna vez “en política no dejes que las cosas pasen, sino haz que las cosas pasen”. En otras palabras “el fin justifica los medios”.

Se habla de investigaciones. La gran mayoría de medios están cubriendo las noticias desde la óptica de si interpelan o no a la Ministra. Si la sacan o no del gabinete. Percibo un gozo en cierto sector de la prensa. Sin embargo nadie habla de investigar y sancionar a las personas que manipularon intencionalmente, en mi opinión, estos alimentos que ocasionaron la muerte de niños inocentes. Ojala que en el transcurrir de los días, se descubra a los verdaderos responsables y reciban las sanciones correspondientes.

Las feministas sabemos que a cierto sector no le agrada la Ministra, sobre todo cuando ella desea que se eleven las penas a los violadores de niños, que se considere delito penal la violencia contra la mujer, que los crímenes contra las mujeres por razones de género, es decir, los feminicidios, estén contemplados en el Código Penal con nombre propio. Las diversas organizaciones de mujeres estaremos atentas a la interpelación y desde esta columna nuestro respaldo pleno a la Ministra de la Mujer.

ALGO MÁS QUE FUTBOL

Todos vibramos cuando el equipo de futbol de nuestros amores sale a jugar a la cancha. Y es que el futbol es uno de los pocos deportes que hace vibrar a todas las sangres, no importa raza, religión o condición social. Todos gritamos con entusiasmo cuando nuestro equipo preferido hace un gol, o nos sentimos frustrados cuando pierde.

Lo malo es cuando estos sentimientos se desbordan y nos hacen perder el control. El tema de las barras bravas es un problema de nunca acabar. El haber arrojado al vacío a un joven hincha del equipo contrario con las consecuencias fatales que ya conocemos, no es un tema nuevo.

No debemos olvidar este horrendo crimen y de las anteriores víctimas en manos de las barras bravas. Cómo olvidarnos de la joven contadora que fue sin ningún motivo arrojada del microbús. Una víctima que no tenía nada que ver con el fútbol.

Los que han ido al Estadio donde hay palcos, saben muy bien que las personas que generalmente alquilan esos palcos, son las que tienen dinero. Allí consumen licores finos y comida. Algunos de ellos luego de comer, tiran los desperdicios hacia abajo, o sea a las tribunas. Tiran las botellas vacías de bebidas y licor. Los arrojan hacia abajo a sabiendas que hay personas sentadas. Esta actitud demuestra que ellos se sienten más poderosos, se sienten que valen más que las personas que están en las tribunas. Con esta actitud dan a demostrar que lo que está abajo es basura.

Siempre se pensó que las barras bravas que cometen vandalismo, estaban compuestas de personas antisociales, de los barrios pobres, marginados que no han terminado sus estudios primarios o secundarios. Sin embargo, en este último caso, tanto la víctima como el presunto agresor no pertenecían a la clase pobre sino más bien a la clase media alta y alta. El presunto agresor sería un profesional y empresario que vive en el distinguido distrito de La Molina.

¿Qué está pasando entonces con estos jóvenes que no pertenecen a los socialmente marginados o excluidos? El problema no es el fútbol. El problema de la violencia de las barras y de los actos vandálicos no se va a remediar con más represión. He escuchado a algunas autoridades y congresistas opinar sobre estos hechos vandálicos y criminales. Opinan que hay que empadronar a los barristas, que se debe realizar los partidos sin público, que se deben aumentar las penas.

Alguna vez se ha preguntado ¿qué hacen las grandes empresas cerveceras financiando a los equipos de futbol? Poniendo sus logos en las camisetas de los jugadores, con grandes paneles publicitarios dentro del Estadio y a los alrededores. Dicen que debe haber un control estricto al ingresar, para que nadie ingrese licores ni drogas. Qué tal contradicción, cuando son precisamente los directivos de los equipos que negocian con estas empresas cerveceras que inducen a los hinchas al consumo de alcohol. Pienso que mezclar deportes con alcohol no es una buena combinación y la realidad lo viene demostrando hasta el hartazgo.

Creo honestamente que la solución del problema no está en más represión. Obviamente que a quien comete un delito le debe caer el peso de la ley, cualquiera sea su condición social o económica. Sin embargo, no debemos perder de vista que todo esto ocurre porque en nuestro país se necesita con urgencia invertir más en salud mental. Estos hechos que ocurren en el Estadio, son como válvulas de escape que seguirán ocurriendo porque el problema no es el equipo de nuestros amores, ni el futbol, sino porque hay una gran insatisfacción, muchas frustraciones contenidas, desigualdades y discriminaciones que están presentes en la vida de las personas y que esperan eventos como el futbol para desatar toda su ira contra otras personas. Salud mental, ese es el tema y una mejor distribución de los recursos donde todos los peruanos tengamos las mismas oportunidades.

LA VIGILANCIA CIUDADANA: UN DERECHO AL QUE TODOS Y TODAS DEBEMOS EJERCER

La vigilancia ciudadana es una forma de participación de las personas fiscalizando a las instituciones del Estado. Gracias a la Ley 23600 Ley de Participación y Control Ciudadano, es que en los últimos años, diversas organizaciones de la sociedad civil vienen ejecutando el derecho a vigilar a las instituciones públicas. Algo que parecía un sueño para los ciudadanos y una pesadilla para las autoridades y funcionarios públicos.

Hasta hace unos años, nadie podía tener acceso a la información pública. Parecía que cada funcionario público era dueño de la información y de los documentos que los propios usuarios generaban. Cuántas veces escuché lamentarse a las personas que habían dejado sus expedientes en alguna institución pública y ésta después de hacerlas volver en reiteradas oportunidades, finalmente les decían que se habían perdido sus expedientes o documentos. No había a quien reclamar o quejarse y si se hacía, las cosas no cambiaban ni los empleados públicos recibían algún tipo de sanción por las pérdidas.

Algunas instituciones se caracterizaban por maltratar al usuario. Se tenía que hacer largas colas y al llegar a la ventanilla, se recibía un trato descortés. Los empleados públicos nos hacían sentir que nos hacían un favor en atendernos o en recibir nuestros documentos.

Personalmente recuerdo que cuando iba a hacer algún trámite a una institución pública, los empleados conversaban animadamente sin preocuparse de las personas que los observábamos impacientes delante de la ventanilla, pero que no podíamos reclamar porque entonces venían las represalias como por ejemplo, que se pierdan los documentos o alargar el tiempo del trámite de nuestro documento.

Otros más frescos, cerraban la ventanilla o su oficina, y se iban a tomar café, fumar cigarros, acompañados de interminables conversaciones en horarios de oficina.

Un papel protagónico ganado en los últimos tiempos en cuanto a vigilancia es la de hombres y mujeres de la Red de Promotoras y Promotores Comunitar@s de los Derechos de la Mujer, más conocidos como Red PRODEM. Ellos decidieron hacer vigilancia ciudadana a los Centros de Salud, Juzgados de Paz y Comisarías porque sintieron en algunos casos en carne propia el maltrato de las instituciones vigiladas, especialmente en los casos de víctimas de violencia familiar y abuso sexual infantil.

Esta vigilancia no la hicieron con el ánimo de incomodar al personal de las instituciones, sino de develarles el malestar que sienten las personas usuarias de los servicios por el maltrato que reciben y que lo comentan entre amigos y familiares, pero que no se atreven a decírselo a las autoridades, quizás porque no hay costumbre, quizás por temor a las represalias.

Lo cierto es que la Red PRODEM cuenta ahora con personas fortalecidas, que han aprendido a exigir sus derechos, a hacer cumplir las leyes. Han comprendido que los derechos no se suplican ni ruegan. Sin embargo, también han comprendido que tienen responsabilidades que cumplir, no sólo frente a las autoridades, sino frente a la sociedad civil.

Esperamos que las instituciones vigiladas cuyos resultados se han presentados públicamente y entregado los informes a las principales autoridades, genere en ellas un cambio positivo, un cambio que integre a las instituciones del Estado con la ciudadanía, que es el fin de la existencia de estas instituciones: Servir con calidad.

Sería conveniente que más organizaciones se sumen a realizar vigilancia ciudadana. No para lapidar a la institución, sino todo lo contrario, para que superen sus deficiencias y se fortalezcan. Confiamos que así lo entenderán las instituciones. Confiamos también en que la Defensoría del Pueblo realizará visitas inopinadas y monitoree el cumplimiento de los compromisos adquiridos por las instituciones vigiladas.