Tener “piso pegajoso” es una expresión que significa las barreras que nos ponemos las mujeres, para desarrollarnos en lo personal, social y profesional, es decir, cuando el piso es “pegajoso o de barro” no nos deja caminar, avanzar, saltar, estamos ancladas a nuestras costumbres, prejuicios y a nuestros miedos.
Somos nosotras las que muchas
veces nos ponemos las limitaciones. El miedo al riesgo es uno de ellos. Cuando
nos ofrecen ocupar un cargo, tenemos miedo y preferimos que se escoja a otra
persona, postergándonos. Igual pasa cuando nos invitan a participar en
política, preferimos que se nos coloque en los últimos lugares, pues sabemos
que no vamos a salir elegidas y con ello ocultamos nuestros temores.
Nos importa mucho - a diferencia
de los hombres - del qué dirán. Nos preocupamos por las opiniones o críticas de
los demás. Es por eso que dejamos de hacer algunas cosas o asumir nuevas
situaciones, sólo porque no queremos fracasar y ser blanco de las críticas.
Somos muy duras con nosotras
mismas, no nos perdonamos el error o fracaso. También es cierto, que no es lo
mismo que un hombre fracase, a que una mujer fracase. Mientras para los hombres
cuando algo les sale mal, dan la vuelta a la página y se preparan para iniciar
otro reto, para las mujeres nos llena de vergüenza y hacemos abandono.
No importa los resultados, lo
importante es que las mujeres nos arriesguemos a avanzar y vencer nuestros propios
miedos. En el camino iremos mejorando las estrategias. La experiencia y el
error enseñan.
La otra limitante es que cargamos
una mochila de culpas. Las costumbres hacen que las mujeres pensemos primero en
la familia, antes que nosotras. Y así, debemos velar primero por nuestros
padres porque nos dieron la vida, luego por los hijos, alimentarlos, cuidarlos,
desvelarnos por las noches cuando están enfermos.
Ahorrar dinero, si esto es
posible, para pagarle a nuestros niños, las citas al dentista, al oftalmólogo o
reemplazar la ropa y zapatillas que les van quedando chicas o están deterioradas,
dejando de lado algún gustito o ropa que queríamos comprarnos desde hace
tiempo. Siempre serán primero los demás antes que nosotras, siempre
postergándonos.
La mayoría de mujeres no sabemos
delegar tareas en casa. Queremos hacerlo todo y sin ayuda, para después
quejarnos. Nos encanta quejarnos. Por no delegar, nos vamos recargando de
tareas que nos quitan tiempo para dedicarnos a nuestro desarrollo personal. Nos
cargamos de tantas cosas que entramos en estrés y esto produce tensiones en las
relaciones familiares. Nos creemos
mujeres pulpos.
Si queremos salir adelante, lo
primero que debemos hacer es dejar de pensar que somos víctimas. Las mujeres no
somos víctimas. Debemos sacar esa fortaleza que tenemos en nuestro interior
para superar los retos que se nos presentan. Planificar nuestras acciones a
corto y mediano plazo es importante. Tenemos información gratuita en internet.
Hoy las mujeres estamos más informadas que las generaciones anteriores.
Conozco muchas mujeres que
estando en pobreza, se han sobrepuesto a sus necesidades y han trabajado
arduamente para salir adelante, sin esperar que algún programa social les
ayude. Han vencido temores, prejuicios.
Debemos dejar de lamentarnos y
pasar a la acción. Si nos quedamos mirando lo que hacen otras mujeres, sin
hacer nada por nosotras, es casi seguro que nos quedaremos postergadas y
seremos vulnerables a la pobreza y la violencia.
Estando a pocos días de conmemorar
el “Día Internacional de la Mujer”, nuestros discursos deben estar orientados a
resaltar lo que vienen haciendo mujeres exitosas, para que sirva de ejemplo y motive
a otras mujeres. Nosotras somos poderosas, si podemos dar vida a otros seres,
todo lo demás es posible. “Feliz Día internacional de las Mujeres”