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COMENZÓ LA CARRERA POLÍTICA




Comenzó a calentarse el ambiente político. Pintas por doquier saturan la vista y eso que hasta el momento sólo son de 4 o 5 candidatos, no quiero imaginarme cómo será cuando los candidatos de todos los partidos y movimientos políticos pinten sus propagandas en las paredes que aún queden. Pobres electores, terminaremos mareados ante tanta avalancha de pintas.

Todavía hay partidos y movimientos políticos que no tienen candidatos. Hay muchos que quieren pero no pueden. Hay muchos que quieren pero no tienen dinero para las cuotas. Hay pocos que tienen y quieren y de esos pocos, hay que evaluar la mejor opción, es decir, la opción que traiga más votos. A veces de tanto buscar se pasa el tiempo y se termina escogiendo al menos conveniente pero con más dinero.

También hay candidatos que están deshojando margaritas, no saben si aceptar la opción A o B. Todos quieren apostar a la opción ganadora, pero nadie tiene la bolita mágica que lea el futuro. Por eso deben arriesgarse, total los que ingresan a las contiendas electorales, saben que es un terreno incierto en el que hay que invertir, más aun si eres cabeza de lista.

Algunos proveedores y contratistas también tienen su parte. Observan a lo lejos quien tiene la mejor proyección y se acercan a ofrecer su colaboración y apoyo económico para la campaña, prestan camionetas, apoyan con la compra de polos, publicidad y otros; sólo que hay un detallito, si gana el candidato, tendrá que cumplir con su promesa de darles obras y favorecer en las licitaciones. Hay que devolver los favorcitos y estarán “amarrados” por toda la gestión.

Pronto veremos gigantografías, con fotografías pasadas por el photoshop, quitando años y kilos de más, mostrando a los candidatos en sus mejores ropas, estudiadas poses, sonriendo de oreja a oreja. Cada quien tratará de ganar los espacios públicos más visibles.

Realmente son muy emocionantes las campañas políticas. En ellas se gana y se pierde amigos. Gente que se conoce de años y son amigos, hoy por el hecho de apostar por un candidato diferente, se enemistan. Adiós amistad, adiós barrio, adiós compañeros de estudios, de fútbol y vecinos.

Si confidencialmente, cuando eran amigos se contaron algún “secretito”, ahora esa historia se vuelve una poderosa arma. Se “sacan los trapitos al sol”. Investigan a los competidores con una enorme lupa. Viajan a las ciudades o comunidades de origen del candidato para descubrir “algo” que se lo pueda traer abajo.

Aparecen aliados, testigos, confidentes, infidentes e infiltrados. Hay que tener buen ojo y olfato para poder distinguirlos y agruparlos. Esta tarea no es fácil se necesita experiencia en la arena política y un buen “olfato político” porque ellos se saben camuflar muy bien. En ese depurar a veces se dan cuenta que están solos y que no pueden confiar ni en su sombra, porque aprendieron que las paredes también tienen oídos.
No es una tarea fácil la que les espera a los candidatos. Tendrán que sacrificar su tiempo de descanso y diversión. Tendrán que invertir. Tendrán que aprender discursos motivadores y que marquen la diferencia. Tendrán que proponer algo diferente, caso contrario serán aburridos y corren el riesgo que los electores los confundan con otros candidatos.

LA ESPERADA CENA ROMÁNTICA


Carmela quiso un día sorprender a su esposo preparando una cena romántica.

No era su cumpleaños, no era su aniversario de bodas, tampoco era Día de San Valentín. Ella siempre había escuchado a sus amigas decir que la rutina es una de las cosas que arruina los matrimonios y se prometió que eso no sucedería con ellos. Así que decidió hacer algo diferente para esa noche. Lo sorprendería con una cena romántica y seguramente que él se emocionaría y terminarían recordando su luna de miel, quizás no con la misma intensidad de antes, pero luna de miel al fin.

Se esmeró en preparar su plato preferido, preparó un cóctel especial una receta que había bajado de Internet. Calculando que él ya estaba por llegar, puso de fondo musical esas canciones que a él tanto le gustaban. El ambiente ya estaba preparado.

Hasta que llegó. Lo primero que observó es que no traía las flores que ella le había pedido por teléfono. Oh¡ lo olvidé - le dijo - con tantos problemas en la oficina, se me olvidó, discúlpame pero mañana si las traigo. ¿Ya para qué? - pensó ella. Pero en fin, el pobre siempre era tan olvidadizo.

Se apresuró en servir el cóctel en esas copas que años estaban guardadas en la vitrina del comedor. Hicieron el brindis y él le comentó que estaba muy dulce, que hubiera preferido que tuviera menos azúcar. Ella se disculpó y le dijo que había seguido al pie de la letra la receta de un famoso barman peruano.

Inmediatamente se fue a la cocina para servir ese plato favorito que sabía que a él le gustaba. Antes de servirlo apagó las luces y prendió las velas. Él le dijo que por favor las prendiera porque estaba leyendo el periódico hasta que ella terminara de servir la comida. Entonces ya algo incomoda, prendió las luces y apagó las velas.

Se sentaron a la mesa y cuando su esposo vio su plato preferido le preguntó cuánto había gastado, porque ese plato era caro y le recordó que le había pedido por favor que no se excediera en los gastos, porque estaban en una economía de guerra ya que querían comprarse un auto del año. Carmela sintió que lo detestaba, como muchas mujeres detestamos cuando nuestras parejas nos sacan las cuentas o nos comentan en detalle, hasta el último sol que gastaron o van a gastar.

Carmela empezó a sentir que su libido bajaba bruscamente, recién se daba cuenta que su matrimonio había caído en la temible rutina. Su esposo ya no era aquel galán atento y amable que la elogiaba por cualquier cosa que ella hacía o decía, incluso cuando a la comida le faltaba sazón o se le pasaba de sal.

Después de haberse comido todo lo del plato de un solo tirón, sorbiendo al ingerir los alimentos y limpiando sus dedos a punto de lenguadas, la agarró de las manos y le dijo que todo estaba muy rico y empezó a hablarle con ese tonito que Carmela odiaba. Cuando su esposo se sentía satisfecho y quería engreírla, empezaba a hablar como bebé. Imagínense para una mujer ver a un hombre de más de 40 años, grandote y peludo, hablar como bebé, lejos de estimularnos, nos desanima.

Luego cogió una cajita con mondadientes y plácidamente empezó a limpiarse los restos de comida que le habían quedado en los dientes. Carmela sintió que las nauseas le querían venir, pero dio un suspiro hondo y bebió un sorbo de agua. Le había pedido tantas veces que no lo hiciera, pero él no podía con su desagradable costumbre.
Se levantaron de la mesa. El se fue al dormitorio, prendió el televisor y poco después se quedó roncando de lo lindo mientras Carmela terminaba de limpiar las cosas en la cocina. Ella pensó que mejor estaba así, total, ella quería una verdadera pareja y no sólo un semental. Dejó que durmiera y pensó que mañana sería un día mejor.