Que si la Magaly Medina paga la multa para que no vuelva al penal; que si lo de Michael Jackson fue un asesinato o no; que si la hija de la empresaria Miriam Fefer es o no la autora intelectual junto con su pareja, de la muerte de su madre; que si la Abencia Meza pagó para que mataran a Alicia Delgado; que si al Marco Antonio lo mataron por venganza o por robarle. Todos estos casos ocupan ya hace un buen tiempo, grandes titulares en los diversos medios de comunicación.
Oye, pero lo de Putis?
¿Putis? ¿Qué, te refieres a algo de prostitución?
¡No hombre, lo de la matanza de Putis en Ayacucho!
¡Ah, no sé! ¿De qué se trata?
¿Qué no estás enterado? Este hecho ocurrió hace 25 años en la comunidad de Putis, cerca a Huanta, Ayacucho. A fines del año pasado se desenterraron dos fosas grandes, una de 8m x 4 m y la otra de 4 m x 2 m . Se encontraron los restos de más de 100 personas, entre niñas, niños, mujeres y hombres, personas inocentes que fueron llamadas por los militares, con engaños, con el pretexto de brindarles protección contra los subversivos, que en aquella época dominaban diversas comunidades de Ayacucho e incursionaban en las comunidades solicitándoles apoyo.
Cuando los comuneros estuvieron reunidos en la escuela, les hicieron cavar dos pozas con el pretexto que se desarrollaría un proyecto de piscigranjas, y terminaron asesinándolos porque había la sospecha que entre sus miembros se encontraban algunos subversivos; después de matarlos, se apropiaron de su ganado, los vendieron y obtuvieron muy buenas ganancias.
¿Cuántas personas como tú desconocerán este caso? Pienso que muchas. Porque lo escandaloso, lo de la farándula pega más, vende más. Nos hemos vuelto indiferentes ante la muerte de otros peruanos, especialmente los del interior del país. Todos los días grandes titulares en los medios de comunicación nos muestran, hasta con cierta morbosidad, personas asesinadas en asaltos, secuestros, atropellos. Casi sin darnos cuenta esas imágenes mostradas cotidianamente nos han vuelto insensibles.
Lo de Putis es una muestra más que cuando existe conflicto social, la peor parte siempre se la lleva la población más vulnerable, quienes son como el relleno de un sánguche, porque cuando llegan los subversivos a su comunidad, les piden colaboración y los obligan a hacer algunos trabajos. Cuando llega la fuerza militar también les pide colaboración y les obligan a hacer algunos trabajos. Si los subversivos se enteran que colaboran con las fuerzas militares, los tildan de enemigos, los asesinan. Igualmente sucede son los militares.
Hoy sus familiares claman justicia y que se castigue a los asesinos. ¿Pero qué pasará con ellos? ¿Qué estará pasando por sus mentes y corazones? El Estado no sólo está obligado a entregar reparaciones económicas, sino también brindarles tratamientos psicológicos.
Los familiares deben entender que lo que pasó en Putis fue un episodio negro que nunca merecieron vivir. Debemos hacer esfuerzos, movilizaciones, para que la justicia llegue pronto y la esperanza vuelva a ellos. Que comprendan que en nuestro Perú también existe gente buena y honesta que está luchando para que Putis no caiga en el olvido ni impunidad. Es responsabilidad de todas y todos que eso no ocurra y que Putis no sea una noticia más.
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