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DÍA DEL POLLO


Hace unos días hemos celebrado el Día del Pollo a la Brasa, y poco antes el Día del Amigo. Asimismo tenemos el Día del Cebiche, Día del Chicharrón, Día del Pisco Souer, Día Nacional del Pisco y otros más que no recuerdo, que están asociados a la comida y a beber licor.

Los peruanos comemos pollo casi todos los días. El pollo siempre está en nuestras mesas, ya sea frito, sancochado, broaster o al horno. El pollo se sirve en todos los hogares, desde los más humildes platos de menús hasta los más exclusivos platos a la carta. 

El modesto plumífero ha pasado a ser nuestro alimento del día a día. Es decir, no habría necesidad de dedicarle un día especial para comerlo pues ya lo hacemos. Pero cuando hablamos de pollo a la brasa ya es otra cosa. Es hablar de ir a una pollería a comprarlo para llevarlo a casa o para sentarnos juntos con nuestros familiares y amigos. Entonces ¿cuál es el objetivo de dedicarle un día al pollo a la brasa?  Pues simplemente que consumamos y con ello contribuimos a generar más ganancias a las pollerías. Aquí salen ganando todas, desde las pollerías de barrio con mayonesa de dudosa procedencia, hasta las famosas cadenas nacionales e internacionales.

Es increíble como todos caemos en la tentación de comprar pollo a la brasa en su día. Desde días anteriores las entrevistas en los medios no cesaban. ¿A qué pollería va a ir? ¿Con quién va a ir a comer pollo? Y a las pollerías ¿Cuántos pollos piensan vender? ¿Hay alguna oferta especial por ese día? ¿Cuántos pollos vendió el año pasado? Hasta una famosa marca nos enviaba saludos durante varios días por el Día del Pollo a la Brasa. Nos estaban condicionando para no resistir el impulso y salir a comprarlo ya.
No me sorprendió ver algunas pollerías con entusiastas comensales desde las once de la mañana. A las tres de la tarde las pollerías estaban repletas y a las siete de la noche, la gente hacía filas para poder ingresar y ser atendidas. No tengo nada contra el pollo a la brasa, al contrario es uno de mis platos favoritos. Sin embargo, es interesante reflexionar como la publicidad está condicionando nuestras conductas, nuestros gustos, nuestra vida.
Cuánto hemos cambiado. Los mensajes publicitarios son compra, compra, compra. Nuestros hábitos de consumo están siendo influenciado, o mejor dicho, decididos por la publicidad. Ahora falta el Día de los Anticuchos, Día de los Picarones, Día de los Tamales, Día del Olluquito con Charqui, y si lo queremos hacer más regional, Día del Ponche, Día de la Pachamanca, Día del Picante de Cuy, Día del locro de Gallina.

Vivimos en una sociedad de consumo que nos ataca cada vez más y si no estamos preparados para soportar la presión de compra, nuestras finanzas se irán al diablo y comenzaremos a utilizar tarjetas de crédito, adquiriendo cosas que no necesitamos. Trabajaremos sólo para pagar nuestras deudas, produciendo estrés en la familia, pudiendo desencadenar en conflictos. 

Estamos desprotegidos y la televisión es una estrategia efectiva para hacer que el consumismo invada nuestra casa y nosotros alegremente lo dejamos ingresar. No nos dejemos influenciar por la publicidad. A nuestros hijos hay que apoyarlos promoviendo la reflexión sobre lo que se debe comprar o consumir. Comentarles que en la publicidad hay algo de verdad, pero también mucho de mentira creando ilusiones falsas. Espero que con este artículo, usted no salga corriendo de su casa a comerse un calientito pollo a la brasa, y si es así, ¡buen provecho!

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