Publicado por: Marisela Alvarenga de Jacoby - 12 de Abril de 2011, 9:00 am
La mujer juega un rol cada día más importante en las economías ya que
son tanto productoras como consumidoras de bienes y servicios. En
México, por ejemplo, hay 54.7 millones de mujeres que representan más de
la mitad de la población (50.9%) y 42% de las mujeres participan en actividades económicas, un patrón que se repite en toda Latinoamérica.
Las mujeres tenemos fama de ser multifuncionales porque trabajamos en
oficinas, organizamos el hogar, la familia, hacemos tareas escolares y
un sin número más de actividades, sin embargo hay un buen porcentaje de
mujeres que a pesar de sus habilidades no pueden contar con un trabajo
formal por razones que van mas allá de sus capacidades.
Siempre pensé que contar con similar educación, capacidad y habilidad
nos daba similares derechos y oportunidades, pero muchas veces no es
así. Y tuve una llamada telefónica que me hizo reflexionar sobre el
“gasto” que generamos, “la mujer genera gastos” fue el
comentario que me hicieron. La conversación sucedió porque estamos en
proceso de obtener los resultados de una consultoría sobre equidad de
Género en las Instituciones Financieras de Latinoamérica, y al buscar
voluntarios para participar, muchos bancos fueron muy abiertos y
aceptaron entusiasmados ser parte del estudio, sin estar consientes de
lo mucho que estaban haciendo por la equidad de género en sus empresas.
Fue muy grato identificar cómo las instituciones financieras se están
moviendo hacia esto, unos más que otros, pero la línea de base se está
trazando.
Sin embargo, hubo un caso de la muestra que me sorprendió, de un país
cuyo modelo económico queremos imitar otros países pequeños de la
región, y es que no aceptaron ser parte del estudio porque también muy
abiertamente comentaron que el tener mujeres laborando cuesta más dinero.
Y en efecto, nunca había visto el lado económico de la situación, ya
que daba por sentado que tenemos derecho a un seguro de salud, a
licencia de maternidad, a tiempo para lactancia, etc.; pero a las
instituciones financieras y empresas en general les cuesta dinero, al
tener que destinar recursos a entrenar a la persona que nos suplirá, o a
recargar a los demás empleados con nuestro trabajo, o a cubrir las
horas que podemos estar fuera en el doctor o lactando, entre otras
cosas.
Por otro lado, el contar con un empleo y estos beneficios conlleva también responsabilidades para la mujer.
¿Qué podemos hacer las mujeres para seguir contando con estos derechos
sin temor a tener consecuencias por el ‘gasto’ que podamos generarle a
una empresa? Creo que podemos comenzar compartiendo con nuestros colegas
mucho de lo que sabemos, y estar constantemente entrenando a nuestros
colaboradores para que en estos periodos de ausencia todo continúe su
rumbo, sin descuidar el valor agregado que le damos a la institución.
¿Pero será esto suficiente?
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