Cuando era niña mi abuela me contaba
antes de dormir, cuentos de princesas. Los clásicos cuentos infantiles como la
Cenicienta y la Bella Durmiente entre otros, tratan de reyes, reinas, príncipes
y princesas, donde se enamoran de bellas jóvenes que son pobres, pero que
después de pasar por muchos sufrimientos y salvar obstáculos, conocen a un
príncipe quien se casan con ellas e inmediatamente pasan a vivir en lujosos
palacios, con una vida llena de confort y rodeadas de personas pobres (como
ellas eran antes), que las servirán incondicionalmente para toda la vida.
Cuando somos pequeñas dejamos volar
nuestra imaginación por los relatos del cuento. Estamos ilusionadas con
pertenecer a esa clase rica, adinerada, viviendo una vida de lujos y donde
todas las demás personas nos rinden pleitesía. Anhelamos secretamente
encontrarnos con un príncipe que nos haga felices, que nos llene de lujos y que
nos garantice una vida confortable sin esforzarnos por nosotras mismas.
El problema es cuando nosotras lo
creemos tanto que nos sentimos muy mal si en la vida real no nos ocurre lo
mismo que el cuento. Si bien cuando somos niñas no tenemos la suficiente
capacidad de análisis y nos dejamos seducir por el mágico cuento, el tema de
fondo va por enseñar a los niños y las niñas, que la felicidad de las mujeres
sólo se dará a través de conocer a un hombre guapo y con dinero, que nos
casemos con él y que viviremos felices a expensas de él.
Somos conscientes que cuando se
escribieron esos cuentos hace ya muchísimos años, la situación de hombres y
mujeres eran muy distintas. No se hablaba de equidad de género, de igualdad de
oportunidades, ni había mujeres Congresistas, Presidentas, lideresas
destacadas.
Hoy también podemos contar con
diversos cuentos que están en internet. Considero que es una responsabilidad de
nuestra parte, hacer nuevas versiones de los cuentos clásicos, en donde las
princesas sean mujeres independientes, con muchos sueños, pero también con
muchos deseos de superación. Que tengan logros auténticos por haberse esforzado
ellas mismas en el día a día. Que contribuyan en el desarrollo de su ciudad y
de las personas que se encuentran en situación vulnerable. Que utilicen los
medios informáticos y las redes sociales.
Felizmente que hoy en día, las jóvenes
retrasan el matrimonio. Priorizan su desarrollo individual a través de una
profesión o un trabajo. Se preocupan por hacer cursos de especialización,
tienen sus propias computadoras personales, están mejor capacitadas para
desempeñarse en el campo profesional y laboral. Hoy las mujeres tienen
celulares, cuentas en twitter y Facebook. Intercambian información, crean su
blog, y son muy felices, aunque no tengan un príncipe a su lado.
Ver más: http://desarrolloyequidad.blogspot.com
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