La constante lucha para que más mujeres sean las que ocupen cargos políticos y de elección popular, se viene dando desde hace muchos años atrás. Y es que las mujeres necesitamos sentirnos representadas y ¿Quien mejor que una mujer para entender a otra mujer? Esto en teoría resulta aceptable.
Si embargo, la realidad nos está demostrando lo contrario. Las mujeres no nos sentimos representadas cuando observamos que algunas de las Regidoras, no están cumpliendo sus funciones para las que fueron elegidas y optan por la política de “dejar hacer, dejar pasar”, probablemente por desinterés, apatía, o porque su interés sublime es cobrar la dieta a fin de mes o recibir “favores” por debajo de la mesa, de algunas corruptas autoridades. Se olvidaron de las promesas que hicieron para convencer a esas miles de mujeres que votaron por ellas.
Las mujeres luchadoras y lideresas que nos antecedieron, realizaron diversos actos públicos, huelgas de hambre, lavado de banderas, infinitas marchas, campañas de sensibilización para que se pueda tener una cuota de género en las listas electorales y así sean más las mujeres en cargos públicos, para que puedan ser escuchadas y atendidas las demandas de las otras mujeres, para que legislen a favor de ellas, presenten proyectos.
Sin embargo, hoy vemos con mucha pena y vergüenza ajena, que aquellas luchadoras y lideresas se equivocaron, porque no basta con ser mujer para hacer una buena gestión, porque no basta que una mujer ejerza un cargo público de elección popular para que nos represente, sino que además de ser mujeres, deben tener algunas cualidades mínimas como el ser honestas a carta cabal, tener el temple necesario para no caer en tentaciones, saber colocarse escudos contra las palabras hirientes y los golpes bajos que recibirán como pago a la labor de fiscalización.
La realidad también nos está demostrando que hay Regidoras que no se capacitan, que no leen por lo menos, la Ley Orgánica de Municipalidades. Muy poco pueden opinar en las sesiones de concejo y mucho menos realizar las funciones de normatividad y de fiscalización que por ley les corresponde y por la que reciben una cantidad de dinero mensual. Dinero que no sale de los Alcaldes, sino de todos aquellos peruanos y peruanas que con mucho sacrificio pagamos nuestros impuestos.
Es más, muchas de ellas creen que les deben un eterno agradecimiento a los Alcaldes que las invitaron a participar en sus listas y que gracias a ellos son ahora Regidoras. Gran falacia. Este eterno agradecimiento, se convierte en sumisión. Los Alcaldes autoritarios y observando que las Regidoras no se capacitan, que desconocen cuáles son funciones y derechos, se aprovechan de esas circunstancias para seguir ejerciendo presión y orientar su votación en las sesiones de concejo. La excelente combinación de ignorancia y corrupción.
Mis felicitaciones a aquellas pocas Regidoras, que se capacitan, que sabiendo que ejercer este cargo no es precisamente un lecho de rosas, sino un camino cargado de piedras y espinas, que aportan a la gestión cuando hay cosas positivas, pero que denuncian todo aquello que atenta contra el bienestar y los intereses de la comunidad.
Si embargo, la realidad nos está demostrando lo contrario. Las mujeres no nos sentimos representadas cuando observamos que algunas de las Regidoras, no están cumpliendo sus funciones para las que fueron elegidas y optan por la política de “dejar hacer, dejar pasar”, probablemente por desinterés, apatía, o porque su interés sublime es cobrar la dieta a fin de mes o recibir “favores” por debajo de la mesa, de algunas corruptas autoridades. Se olvidaron de las promesas que hicieron para convencer a esas miles de mujeres que votaron por ellas.
Las mujeres luchadoras y lideresas que nos antecedieron, realizaron diversos actos públicos, huelgas de hambre, lavado de banderas, infinitas marchas, campañas de sensibilización para que se pueda tener una cuota de género en las listas electorales y así sean más las mujeres en cargos públicos, para que puedan ser escuchadas y atendidas las demandas de las otras mujeres, para que legislen a favor de ellas, presenten proyectos.
Sin embargo, hoy vemos con mucha pena y vergüenza ajena, que aquellas luchadoras y lideresas se equivocaron, porque no basta con ser mujer para hacer una buena gestión, porque no basta que una mujer ejerza un cargo público de elección popular para que nos represente, sino que además de ser mujeres, deben tener algunas cualidades mínimas como el ser honestas a carta cabal, tener el temple necesario para no caer en tentaciones, saber colocarse escudos contra las palabras hirientes y los golpes bajos que recibirán como pago a la labor de fiscalización.
La realidad también nos está demostrando que hay Regidoras que no se capacitan, que no leen por lo menos, la Ley Orgánica de Municipalidades. Muy poco pueden opinar en las sesiones de concejo y mucho menos realizar las funciones de normatividad y de fiscalización que por ley les corresponde y por la que reciben una cantidad de dinero mensual. Dinero que no sale de los Alcaldes, sino de todos aquellos peruanos y peruanas que con mucho sacrificio pagamos nuestros impuestos.
Es más, muchas de ellas creen que les deben un eterno agradecimiento a los Alcaldes que las invitaron a participar en sus listas y que gracias a ellos son ahora Regidoras. Gran falacia. Este eterno agradecimiento, se convierte en sumisión. Los Alcaldes autoritarios y observando que las Regidoras no se capacitan, que desconocen cuáles son funciones y derechos, se aprovechan de esas circunstancias para seguir ejerciendo presión y orientar su votación en las sesiones de concejo. La excelente combinación de ignorancia y corrupción.
Mis felicitaciones a aquellas pocas Regidoras, que se capacitan, que sabiendo que ejercer este cargo no es precisamente un lecho de rosas, sino un camino cargado de piedras y espinas, que aportan a la gestión cuando hay cosas positivas, pero que denuncian todo aquello que atenta contra el bienestar y los intereses de la comunidad.