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LA CASADA ES MI MUJER


LA CASADA ES MI MUJER
Mg. Teresa Chara de los Rios

Cuantas veces hemos escuchado en broma decir a los varones “Yo soy soltero, la casada es mi mujer”. Asimismo también hemos escuchado que cuando un hombre enamora a una mujer y ésta le dice que es casada, él le contesta, “No te preocupes, no soy celoso”.

Hasta los chóferes también tienen sus propias expresiones. “Yo soy rutero y si me dan alojamiento, en esa carretera me quedo”. “Yo soy hombre y el cualquier lugar caigo bien parado”. Y es que anteriormente se le atribuía la infidelidad sólo al varón, pero para ser honestos, cuando un hombre engaña a su mujer, lo hace generalmente con otra mujer, sea esta casada o soltera. En resumen, ambos géneros somos igualmente infieles.

Los teléfonos celulares si bien es cierto acortan distancias y unen a las personas, también se han convertido en un aliado para la infidelidad. Llamadas permanentes que se hacen los infieles, envíos de mensajes de textos cariñosos. Una amiga se enteró que su esposo le era infiel. Cuando ella le llamó y él le dijo que estaba trabajando “horas extras” en la oficina. Lo cierto es que estaba con la secretaria, pero no precisamente trabajando. Como está fue la última llamada que él recibió a su celular, por azahares del destino se activó su celular marcando la última llamada recibida. Del otro lado de la línea su esposa contestó y lo único que escuchó fueron palabras y sonidos poco dignos de reproducirse en estas líneas.

También sé de amigas, que esperan a que sus esposos se duerman para tomar su celular y revisar los números a los que ha llamado y para cerciorarse que no haya mensajes de textos indiscretos. Algo similar lo hacen algunos varones.

Dicen que los y las infieles buscan afuera lo que no les dan en su casa. Eso es muy relativo, porque conozco personas que le dan de todo a sus parejas, pero la pulguita de la infidelidad les pica : “Pica que pica esa pulguita” y zás se van a la caza de alguna victima. Esa es nuestra naturaleza humana, sólo que algunos se atreven a cruzar la frontera y otros no.

Escucho a algunos varones decir que prefieren casarse con una mujer que no sea muy atractiva, para que otros no las deseen y con ello fidelidad garantizada. Craso error amigos, porque “siempre hay un roto para un descocido”. Piensan que casarse con una mujer bonita es para tener dolor de cabeza.

Por eso, quizás don Gumersindo Atencia lo dice en el huayno “La Tacrita” no tiene mucha razón:

“A mi no me gusta mujer buena moza,
Por que buena moza tiene muchos dueños.
En vez de gustarme una buena moza
Con una tacrita yo me casaría
Porque a mi tacrita dueña de su casa,
Todos le saludan con mucho respeto.
A mi buena moza todos la antojan
Como saludando le meten la mano”.

En una relación de pareja ambos deben esforzarse para que el amor perdure, probablemente ya no haya el apasionamiento de los primeros años, pero ese apasionamiento es reemplazado por sentimientos de amistad, protección, de un amor sereno y maduro. Es imposible que exista una relación que con los años sea una “eterna luna de miel”, pero tampoco hagamos que nuestra relación se convierta en una “eterna luna de hiel”.

Si bien es cierto que las mujeres actualmente tenemos más derechos y gozamos de mayor libertad, también es cierto que tenemos mayor responsabilidad por nuestras acciones. Entender que perder la cabeza por unos minutos puede ser algo que lamentaremos toda la vida. Vivimos en una sociedad machista en la que ante una infidelidad, al hombre se le celebra y a la mujer se le condena.

El amor y la fidelidad van de la mano. El amor y la fidelidad son como aprender idiomas: “Si no lo prácticas te olvidas”

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