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EL GRAN SHOW DE LA POLÍTICA


Desde que tengo uso de razón, es la primera vez que observo en esta campaña electoral, como los candidatos han ido perdiendo su postura seria y se van transformando de acuerdo a las circunstancias, como si fueran los artistas que salen al escenario y actúan de acuerdo a lo que el público reclama o mejor aún, de acuerdo a “como le gusta a la gente”.

A los candidatos la gente les ponen gorros, sobreros, chullos, ponchos, etc., bailan, cantan, comen con los niños en un barrio marginal o dentro de las cocinas de los comedores populares, en platos de plástico o agarrando la comida con la mano, con ello pretenden parecer más populares

Hasta el programa de Magaly para subir su alicaída sintonía, convencida de que los políticos están dispuestos a hacer de todo con tal de aparecer en los medios de comunicación por cualquier motivo, se ha animado a entrar a la campaña electoral invitando a los cinco candidatos que están liderando en las encuestas presidenciales. Y esto no sólo le da más rating a su programa y tiene más auspiciadores, sino además los candidatos pretenden aparecer sencillos, caseros, hablando groserías, haciendo gestos de niños malcriados o tontuelos. Enseñan el interior de sus casas. Yo me imagino que antes que lleguen las cámaras, guardarán apresuradamente los objetos de valor o aquellos suntuosos, cambiaran los muebles para que nos hagan creer que viven una vida sencilla. Un espectáculo más a la medida de los televidentes, quienes esperan con ansias el programa para saber un poco más de sus candidatos preferidos.

Otra de las estrategias de campaña ha sido utilizar vehículos a la medida y mascotas. Tenemos “El Cholo Bus”, “El Lucho Bus”, la “PPK Moto” y hasta nuestro querido y delicioso cuy ha entrado en la contienda política.

Pero también creo que las personas están cansadas de tanto show. Es muy difícil pretender creer que en nuestro país la gente vota por la mejor opción. ¿De qué mejor opción estamos hablando? ¿Cuántos de nosotros leemos los programas de los candidatos y los comparamos? ¿Cuántos de nosotros entendemos que quieren decir en ellos? No pretendamos engañarnos, la gran mayoría no los lee y miles de personas nunca sabrán lo que dicen en ellos porque no tienen energía eléctrica ni internet para poder ingresar a las páginas web. Cuántos miles de personas no sabrán nunca lo que dicen los programas de los candidatos porque no saben leer.

¿Cuántos de los candidatos que visitaron un lugar pobre y abrazaron a niños desnutridos, vuelven como autoridades electas, llevando bajo el brazo proyectos o recursos para que esos niños puedan estudiar, alimentarse bien y mejorar su calidad de vida? Estoy segura que casi ninguno. La población oye lo que los candidatos dicen pero no lo interiorizan, quizás porque ya saben que son sólo promesas electorales y en el fondo saben que cuando lleguen al poder, se olvidaran de ellos.

Es por esta razón que la gente ha aprendido la lección. Saben que son utilizados, saben que los candidatos pretenden convencerlos para que voten por ellos y que después se olvidarán hasta las próximas elecciones. Por eso los electores juegan con los candidatos, les bromean, les piden donaciones, los estrujan, los gritan, les ponen objetos en el cuerpo, los visten, se burlan de ellos y hasta le agarran los genitales. Todo eso tiene un mensaje. El mensaje es que “tú me engañas y yo hago que te creo”. Si quieres jugar, nosotros también estamos dispuestos a ser parte de ese gran show. Se ha perdido seriedad y credibilidad. La población no se siente representada por los candidatos. La población sabe que cualquiera que sea el Presidente que salga elegido, tendrá que seguir “chambeando” como todos los días para poder pagar sus cuentas, alimentar a su familia y tomarse sus “chelitas” de vez en cuando.

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