Cada vez que llega el fin de año, nos embargan diversos sentimientos. Alegría por compartir con las personas que amamos y están a nuestro alrededor, y tristeza por aquellas personas queridas que partieron al descanso definitivo; pero lo más lamentable es estar alejados de las personas que amamos o estimamos por un mal entendido o por alguna indiscreción o mal comentario que hayamos hecho. No somos perfectos y a veces fluimos comentarios que dañan la honra o credibilidad de las personas.
Cada fin de año también es un buen momento para hacer un balance y ver si las cosas que planificamos se cumplieron o no; si los deseos que pedimos a finales del año anterior se cumplieron y de no ser así, realizamos con mayor entusiasmo, rituales o cábalas que alguien nos recomendó o lo vimos en un canal de televisión. Brujas, revistas, rituales, flores, velas, inciensos, trusas amarillas, todo vale con tal que nos ayude a que nuestros deseos se hagan realidad. Pedimos gozar de buena salud, más dinero, viajes, ascensos en los trabajos, sacarnos la lotería y hasta conseguir un novio o novia para casarnos. Es el mito del “príncipe azul” aunque a veces nos toque un príncipe que nos hace la “vida negra”.
Como estamos en época electoral para las presidenciales y congresales, veo ya algunos posibles candidatos al Congreso, que aprovechando las épocas navideñas se encuentran realizando chocolatadas y regalando juguetes. Es un pretexto perfecto para hacerse conocidos y ganarse unos cuantos votos. Probablemente ellos también hagan sus cábalas y rituales para ganar las elecciones e ir “a trabajar” al Congreso.
Cada fin de año, salgo por las calles huanuqueñas para ver los semblantes de las personas, a quienes en su gran mayoría no conozco. Me gusta observarlas y siempre lo mismo. Gente joven que pasean sonrientes en conversaciones relajadas, entrando a tiendas que venden ropa y zapatos. Señoras con sus hijos tomados de la mano viendo tiendas y contando hasta el último sol para ver si les alcanza el dinero y poder comprar los juguetes un poco más costoso que le pidieron sus hijos, o llevar otros regalitos adicionales. Hombres con el seño adusto apurando el paso y preocupados, me imagino porque el dinero no alcanza para cubrir las peticiones de sus familias.
Pero también veo muchos hombres al final del año, tomando en bares y cantinas, riendo despreocupados, embriagados esperando las cercanías de las doce campanadas para salir corriendo a sus casas, mostrando excesivo afecto, tratando de aliviar sus sentimientos de culpabilidad por el abandono familiar. En otros casos, hombres mareados que van a hacer problemas a la casa, a insultar o golpear, y luego de ello, quedarse dormidos plácidamente, dejando a su familia sumida en una honda tristeza.
También se puede observar, como un hecho repetitivo, escenas de parejas discutiendo por las calles, algunas por el dinero que se ha gastado el marido y no compró los regalos o la ropa para sus hijos; otras porque están separados y le reclaman la indiferencia y la falta de cumplimiento económico hacia los menores.
Pero lo que más me entristece por un lado y me indigna por otro, es observar en las calles, a mujeres cargando un bebé y con otros hijos a su lado, discutiendo con el esposo por haber descubierto su infidelidad. Reclamos y llantos de la madre y sus hijos, golpes e insultos, a veces delante la persona con que se ha cometido infidelidad, quien los mira con desagradable sorpresa, como quien dice “trágame tierra” y en otros casos, adoptan una actitud de cinismo frente a la esposa, diciéndole que su esposo la prefirió porque ella ya está vieja, fea y gorda (aunque esto, no necesariamente se ajuste a la realidad).
Pero es Navidad, es tiempo de compartir, es tiempo de reflexionar y de acercarnos a aquellas personas que lastimamos. La Navidad es una fecha propicia para generar sentimientos positivos, de perdonar y pedir perdón. No es fácil pedir perdón, porque ello significa que hemos actuado mal, que nos hemos equivocado o excedido. No es fácil pedir perdón porque con ello también estamos reconociendo nuestras debilidades y nos estamos mostrando tal como somos, personas imperfectas.
Se acerca ya el fin de año y junto con él, toda nuestra experiencia vivida, positiva o negativa, pero que forman parte de nuestra historia de vida. Se acerca también el nuevo año cargado de nuestras ilusiones y esperanzas. Algunos de esos deseos se cumplirán en la medida que nos esforcemos, nada cae del cielo por más cábalas y rituales que hagamos. Recordemos también, que todo tiene efecto rebote y que las personas se comportaran con nosotros, en la medida que también lo seamos con ellas. ¡Feliz Navidad y un exitoso Año Nuevo!
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