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¿SEÑORA O SEÑORITA?


Cuando a las mujeres nos presentan a alguna persona, lo primero que nos preguntan es ¿señora o señorita? ¿soltera o casada?. Estas preguntas generalmente se las hacen a las mujeres jóvenes y no a las mujeres mayores, porque asumen que ya estamos casadas. En nuestra sociedad, no se concibe de primera intención, que una mujer mayor se encuentre todavía soltera.

Muy diferente es la situación cuando nos presentan a un hombre. Hasta el momento no recuerdo que cuando presentaron a un hombre le preguntaron: ¿señor o señorito? ¿soltero o casado?

Y es que en nuestra cultura, para que consideremos a una mujer realmente realizada, deberá tener un hombre a su lado, aunque éste sea borracho, pegalón o mujeriego; una linda casa, dos o tres hijos que más adelante la cuiden y le den hermosos nietos.

Es por eso que a las mujeres que pasan de los cuarenta años y no responden a este prototipo, se les llama despectivamente solteronas. En cambio, en el caso de los hombres solteros “cuarentones”, para muchas mujeres, ellos se ponen más atractivos y son buenos candidatos para perder la soltería.

Basándonos en el modelo en que la “mujer casada es mujer realizada”, muchas mujeres solas se sienten realmente desdichadas frente a sus amigas que ya están casadas y que empiezan a mirarlas con lástima porque creen que ellas no tuvieron la suerte de conseguir una pareja y por otro lado, las solteras sentirán que Dios las ha olvidado, y por más que le recen a San Antonio, no hay novio que llegue. Asimismo ellas empiezan a alejarse de las reuniones que organicen sus amigas del colegio, del barrio o de la universidad, porque asisten con sus familias y los temas de conversación giran en torno a la casa, los hijos, las parejas y las mascotas.

Pero la presión de las mujeres hacia las otras mujeres solteras, no queda allí. Hay amigas bondadosas que quieren presentarles a parientes o amigos solteros, viudos o divorciados para ver si se gustan e inician una relación, con la velada esperanza que la “pobre solterona” por fin encuentre con quien casarse.

Esta incesante afición de “casamenteras” que desarrollan las amigas y familiares de la soltera, no les permite ver cuáles son los verdaderos intereses de la soltera. Jamás se les ocurrió preguntarle si ella se sentía feliz, que planes futuros tiene en la vida, en su profesión, si desea hacer turismo o viajar al extranjero. Nada de eso, asumieron que ella quería un novio para casarse y a partir del matrimonio encontraría la felicidad deseada.

Luego cuando por fin encuentra un hombre con el que decide emparejarse, las amigas y familiares vuelven a la carga con la pregunta ¿Y cuando se casan? Pregunta indiscreta que pone en apuros a la pareja, quienes quizás hasta ese momento no tenían dentro de sus planes casarse. Debemos tener presente que hay un gran número de parejas que prefieren convivir un tiempo antes de tomar la decisión de casarse, en caso la relación no funcione, se separan sin mayores problemas.

Pero las amigas y familiares no contentos con ver casados a la pareja, empiezan nuevamente a “descargar la batería” lanzando la pregunta ¿Y cuándo van a tener un hijo? Ejerciendo de esta manera, presión para que la mujer se embarace y tenga un hijo porque su mamá y su suegra ya quieren ser abuelas y desean ver crecer a su nieto, la hermana ya quiere ser tía, la prima quiere tener un sobrinito. En fin todos hacen planes con la pareja, pero en esta oportunidad tampoco les preguntaron si ellos realmente querían tener un bebé o preferían esperar para gozar de su relación, viajar, terminar algunos estudios pendientes o simplemente esperar el momento propicio para tener un hijo.

Lo cierto es que el trato que reciben los hombres y mujeres en nuestra sociedad es diferente y la presión porque ellas encuentren un novio y se casen es más fuerte aún. Sin embargo, conozco a muchas mujeres solteras que hace rato pasaron la base cuatro y sin embargo son muy felices y no añoran la presencia de un hombre a su lado. Mujeres que se han dedicado a trabajar, estudiar, viajar y darse sus gustitos. Mujeres que viven su soltería con dignidad.

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