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¿HASTA CUÁNDO?


¿Hasta cuándo tenemos que seguir viendo en las noticias violaciones realizadas a las niñas y los niños?

Una noticia nos sobrecogió y nos causó repudio. La noticia de una niña de tan solo siete meses violada brutalmente por su padre.

Un padre normalmente es llamado a proteger a sus hijos. Cuando los adultos vemos a los niños, y sobre todo a los niños pequeñitos, fluye naturalmente en nosotros un sentimiento de ternura y protección.

Sin embargo, no nos explicamos como en las mentes retorcidas de los violadores, pueden sentir deseos y excitación por una niña. No puedo evitar imaginarme el momento de la violación, una niña llorando de dolor, sangrante, sin poderse explicar qué es lo que está pasando y porque su papá le está haciendo daño.

Esta historia, si bien tiene la crudeza porque la víctima ha sido una niña de tan solo siete meses, pero nos devela una lamentable realidad: Hay muchos niños y niñas en nuestro país que son víctimas de violencia sexual, generalmente de su entorno más cercano.

Ante esta situación, también nos encontramos con madres que sabiendo lo que ha ocurrido con su hijo o hija, callan en señal de complicidad. Callan porque quizás quien violentó a un niño niña fue su propio padre o padrastro y es tanto el amor enfermizo que ella siente por él, que prefiere tolerar la violación, no denunciarla para que esa persona no se aleje de la casa. En algunos casos, después de la violación, llevan a sus menores hijos a la casa de los abuelos o de algún otro familiar, pero no denuncian y siguen viviendo con el violador.

En otros casos, sienten vergüenza “del qué dirán” y prefieren ocultar esta cruel realidad, dejando desvalido al o la menor violentada. El otro problema y probablemente de mayor frecuencia, es que la madre calla y trata de ignorar porque depende económicamente del abusador. Mujeres con baja autoestima que se creen incapaces de generar sus propios ingresos y salir adelante con sus hijos. Mujeres que temen vivir solas y prefieren tener a un mal hombre antes que vivir solas, sacrificando a sus menores hijos.

Este tema también pasa por una cultura de desvalorización hacia los niños. Para algunas personas el niño o la niña son personas que no tienen derechos, se encuentra desvalido y depende totalmente de la voluntad o capricho de los adultos. El niño, según esta concepción, puede ser maltratado, castigado, violentado, quemado, cortado, en fin, privado de todos sus derechos.

Esto también nos permite reflexionar acerca de la gran deuda que tiene el Estado con los niños y niñas de nuestro país. El Estado no cuenta con políticas públicas efectivas de prevención del abuso sexual infantil, de la explotación sexual infantil, de la trata de personas. Tampoco creo se debe seguir implementando leyes que sancionen drásticamente a los violadores. Lo importante es que no ocurra ni una violación más a un menor y no lamentar sobre “la leche derramada”. Necesitamos un Estado que ponga en relieve estos temas y que demuestre su verdadera voluntad política asignando importante recursos públicos a programas de prevención del abuso sexual infantil, programas de recuperación a las víctimas y sobre todo, programas de salud mental.

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