Cada periodo electoral de renovación de congresistas, escuchamos a la gente decir “Ojalá que este congreso sea mejor que el anterior”. En el 2006 también se escuchó esta frase porque los congresistas del periodo anterior nos llenaron de vergüenza con sus escándalos y la escasa productividad en su labor congresal; sin embargo, en este último periodo hemos sentido sentimientos encontrados, desde frustración, incredulidad, hilaridad, indignación y vergüenza ajena.
¿Cómo pudimos haber elegido a los mal llamados “padres de la patria” que cayeron dentro de un escenario delincuencial? No nos olvidemos de la “roba luz” “El come-pollo”, la “asesora-doméstica”, “la bella durmiente”, “el mata-perro”, la “lava-pies”, los “asesores fantasmas”, el congresista que no reconoció a sus hijas porque “eran gorditas”. Y a los otros que pasaron “piola” porque se fueron a pasear por el extranjero, financiados por una universidad particular. ¿Por qué les tendría tanto cariño esa universidad?
Un escenario interesante que se presenta en Huánuco, es ver una mayor participación de candidatas al Congreso. Quizás los partidos políticos se han dado cuenta que la incorporación de las mujeres en las listas es muy importante, porque ellas pueden representar un buen caudal de votos. Cualquiera que sea el motivo, nos alegra ver que más mujeres se sienten interesadas en participar en las campañas electorales. Son tiempos de mujer.
Sin embargo, debemos también reconocer que hemos tenido ejemplos negativos de mujeres congresistas y que nos han dejado un sinsabor. Por eso, debemos elegir a una mujer que nos represente, no solamente por el hecho de ser mujer, sino que además tenga condición política, entereza personal y profesional.
Hacer política en un escenario tradicionalmente masculino no es fácil; sin embargo, no debemos victimizarnos, sino más bien dar impulso y ánimo a esas mujeres valientes que se han animado a candidatear y que han tenido que elegir, entre quedarse en la comodidad y calor de su hogar, dejando que otros resuelvan los problemas del país, o pasar a ser actoras sociales que impulsen cambios desde el Congreso, orientados a favorecer a la población más vulnerable.
Indudablemente que una limitante para no tener más mujeres aspirantes a una curul, es nuestra debilidad en la formación política, la poca experiencia en el debate público y el temor a arriesgarnos. Pero si no comenzamos ahora, entonces ¿Cuándo lo haremos? y con nuestros miedos a cuestas, estaríamos retrasando el avance de las mujeres a los cargos de elección popular. No olvidemos que “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Dejemos huellas y el camino abierto para que otras mujeres se sumen a la causa justa. Los partidos tienen una gran responsabilidad en la formación política de las mujeres.
Hoy tenemos un panorama favorable, hay mayor apertura para que las mujeres estemos visibles en política y no detrás de bambalinas. No debemos desaprovechar oportunidades. En la medida que nosotras las mujeres participemos activamente en política, iremos construyendo políticas públicas que mejoren la calidad de vida de otras mujeres y de sus familias; políticas que promuevan la reducción de la brecha de inequidad de género y de exclusión. Por eso es importante que las mujeres demostremos que tenemos coherencia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y actuamos. De esta manera le estaremos lavándole la cara a la tan vapuleada política y nos ganaremos el respeto y la confianza del electorado.
Sin embargo, debemos reconocer que otra de las grandes dificultades que enfrentamos las mujeres para decidirnos ingresar a las contiendas políticas, es el factor económico. Nadie puede negar que mientras a los hombres les ofrecen financiar su campaña proveniente de diversas fuentes (de allí la frasecita conocida “la plata viene sola”), a las mujeres, difícilmente se atreven a ofrecerles y ellas aceptarlo, porque eso sería arriesgarnos a firmarles un cheque en blanco.
Entonces ¿Qué clase de congreso esperamos? Uno que verdaderamente represente los intereses de nuestra región y no los propios; que se preocupen de no defraudar las aspiraciones de electorado que confió en ellas y ellos; de cumplir con sus promesas y no verlos en los pasillos del Congreso haciendo lobbies a favor de las grandes empresas; y por último, que cuando vengan a Huánuco, no sea sólo para hacer actos de representación.
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