English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

MÁS MI PEGAS MÁS MI QUIERES


Cuántas veces hemos escuchado en tono de broma decir “Más me pegas, más me quieres” cuando nos referíamos a una relación de pareja donde el hombre golpea a la mujer. Cuántas veces habremos celebrado chistes donde el personaje era la mujer de la zona rural que se sentía satisfecha cuando su marido la agarraba a golpes porque creía que cuando “Más mi pega, más mi quiere”.

Sin embargo, la realidad nos demuestra que esta frase no es broma, que esta frase responde a patrones socio culturales arraigados en nuestra sociedad, que esta frase refuerza estereotipos que vulneran los derechos de la mujer, así como también nos demuestra, que no sólo es usada por la gente del campo, sino también es usada por la sociedad urbana como la nuestra.

Y es que la violencia hacia la mujer no es un tema de determinada clase social o económica, de gente pobre, de gente del barrio o de ignorantes. La violencia hacia la mujer no responde a raza, ni al color de la piel o religión.

En los últimos años se ha hecho evidente el tema de violencia hacia la mujer. Recientemente se está describiendo el perfil del agresor. Cuántas mujeres hubieran terminado a tiempo una relación sentimental en cuanto detectaban por algunos indicios, que su pareja era un maltratador.

Y es que nunca nos enseñaron cuál es el perfil de un hombre violento. Cuántas mujeres no hubiesen perdido la vida, si hubieran detectado a tiempo que la persona con la que iniciaban una relación, era violenta. Al contrario, en nuestra cultura, nos enseñaron que el hombre es celoso porque realmente está interesado en nosotras y nos ama. Mientras más celoso y desconfiado, más nos ama. ¡Qué gran mentira! pero… ¡Qué felices somos! ¡Más me pegas, más me quieres”.

También muchas veces hemos escuchado a una mujer, justificar la actitud violenta de su pareja diciendo: “es que estaba enojado” “estaba muy estresado por tanto trabajo que tiene” “yo tuve la culpa para que se enojara” “no hice bien las cosas y por eso se enojó” “me gritó pero casi nunca lo hace” “hay que darle tiempo al tiempo, tengo la esperanza que cambiará” “soy una inútil, él tiene razón de golpearme”.

Ante esto ¿qué estamos haciendo para prevenir que las jovencitas inicien este tipo de relación violenta? Como autoridades mucho, como sociedad civil también. Debemos conversar con nuestros hijos, aconsejarles, aunque por experiencia sabemos que ellos no escuchan a los padres. Sin embargo hay que continuar insistiendo como las gotas de agua que labran la roca.

Aconsejarles que si por alguna razón, la relación con su enamorado les está resultando incómoda y que algunas veces les asusta, como por ejemplo querer controlar todas las acciones que realiza, se muestran posesivos, tratan de alejarlas de sus amistades e incluso de familiares, es conveniente que den un paso al costado en esa relación, aún cuando se sientan enamoradas y duela mucho acabar esa relación.

Hacerles comprender que ellas valen mucho, que se merecen el respeto de quienes dicen que las aman. Estar con un hombre violento es condenarse a una permanente infelicidad, es acabar no sólo con sus ilusiones y su autoestima, sino también con su vida. Por otro lado como adultos, debemos tratar de conversar con los padres del joven enamorado para que comprendan que su hijo necesita ayuda de un profesional que lo oriente y le ayude a un cambio de actitud más saludable y de respeto hacia las mujeres.

Ojalá que en los próximos años, “el más me pegas, más me quieres” no sea más que una frase anecdótica que nos recuerde algún chiste contado en el pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario