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LA CULTURA DE LA LECHE DERRAMADA


Una de las grandes tareas que tienen los Congresistas es legislar para prevenir y no para lamentar.

En nuestro país siempre estamos esperando que pase algo malo para tomar las precauciones, pero las precauciones ¿de qué? ¿de lo que ya pasó? ¿de aquello que ya no se puede solucionar? Tenemos la cultura de “llorar sobre la leche derramada”.

Siempre aplicando la política de los bomberos (con todo el respeto y admiración que les tengo), apagar el fuego donde se presenta, pero nunca para prevenir. Sería amplio mencionar toda la normatividad que se legisla desde el Congreso cada vez que ocurre un hecho trágico incluso con pérdida de vidas.

Por ejemplo cuando nos referimos a los delitos de violencia sexual se legisla para poner penas más drásticas, con la intención de atemorizar a los agresores o de persuadir a aquellos potenciales agresores. La realidad nos demuestra que eso no funciona.

Las personas que cometen abuso sexual a menores, así como los que asesinan a las mujeres, tienen trastornos psicológicos, no controlan sus emociones y aquellos agresores son sancionados según las leyes; sin embargo las instituciones del Estado deben cumplir su rol preventivo para que ya no exista ni un niño o niña violentada sexualmente, ni una mujer más asesinada por razones de género.

Ya no más llanto sobre la leche derramada. Debemos preocuparnos por la cultura del “antes”, para evitar que ocurran estos hechos, y no sólo pensar en el “después”, porque por más penas y sanciones que se les ponga a los agresores, nadie les devuelve la dignidad a esos niños y niñas violentadas, ni les devuelve la vida a las mujeres asesinadas.

Por eso, existe una gran necesidad en promover y otorgar mayor presupuesto al problema de salud mental, uno de las grandes deudas que tiene el Estado con la población. No hay presupuestos para la rehabilitación de las víctimas, no hay un lugar que puedan atenderlas gratuitamente hasta superar sus traumas, los que arrastrarán a lo largo de toda su vida.

Si bien la violencia hacia las mujeres, niñas y niños no cesarán de la noche a la mañana, tampoco es una solución pensar en legislar sólo para sancionar. Los Congresistas electos deberán desde el Congreso, desarrollar estrategias preventivas para la modificación de las estructuras socioculturales que considera que el poder y mayor valor lo tienen los hombres y la eliminación de las creencias que legitiman la violencia de género.

Sin embargo, por más leyes que existan, siempre serán “letra muerta” si quienes tienen la función de hacerla respetar, caen en actos de corrupción frente a los agresores por dinero. Cuánto deseamos que los nuevos Congresistas asuman seriamente el compromiso de luchar contra la corrupción y que no sea solo un lema de campaña.

En fin, la única forma de legislar para la prevención es estar siempre cerca de la población y escuchar sus demandas, sin esperar tomar acciones cuando todo esté consumado, cuando ya es demasiado tarde.

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